viernes, 6 de septiembre de 2019

Pachamama


La savia del árbol
comenzó hace siglos su descenso
y hoy al fin acaricia
sus frágiles hojas caídas.

Les relata con maestría
un antiguo cuento alquímico
transmutador de la pena en perdón.

Quien anhele la sanación
imponga las manos sobre su tronco.
Él jamás rehusará,
entregará al alma entregada
hasta la última gota de su sangre.

Mas el árbol a nadie buscará,
el árbol permanece en el vientre de su concepción,
inocente y sabio, paciente e impertérrito,
aguardando la caricia de unas manos marchitas
para mostrarles el camino a las raíces.